martes, 13 de noviembre de 2012

Cuenta la leyenda que se viene la bienal




   Cuando era estudiante de arquitectura, uno de los eventos que más me llamaban la atención en materia académica era la bienal de arquitectura de quito, y es que me resultaba una refrescante semana en oposición a la monótona y hermética vida universitaria. En la bienal con un poco de interés  siempre se podía escuchar algo que te dejaba pensando y cuestionándote: Recuerdo que un arquitecto italiano asistía o mejor dicho, perseguía a Mario Bota en todas sus conferencias a nivel mundial, para desde el público cuestionar la intensión –según él – de querer, por parte del famoso arquitecto imponer un estilo personal sin pensar en el contexto que se implantará su obra. Pero lo que en éste momento se me viene a la memoria es cuando en una bienal de no sé qué año, Miguel Ángel Roca elogiaba con vigoroso entusiasmo la imagen de un Buenos Aires caótico, con multitudes y tráfico angustioso, en el que la morfología de la ciudad parecía responder más al caprichoso azar que al meditado y cartesiano proyectar de un urbanista. Él consideraba que esa Buenos Aires es bella. Así se rompía de una vez por todas, la frágil idea de belleza bucólica que con paciencia y entrega la universidad me había inculcado.


   Ahora se viene otra bienal, pero ahora se supone soy arquitecto, por tanto algo más desencantado…Tal vez asista a un par de conferencias, pero lo seguro es que no asistiré con el candor y entusiasmo de un estudiante, sino más bien, con la incredulidad de alguien que escuchó, o le contaron que toda buena intensión en nombre de la arquitectura en ésta ciudad se sostiene en un basamento de envidias, egos y pequeñas ambiciones burocráticas. Las instituciones que intervienen en el evento (municipio y colegio de arquitectos) con su maquinaria de colegas obedientes también quieren su medalla de oro, seguro se disfrazarán de arquitecto autónomo y la ganarán. Es por todos sabido que éstas instituciones siempre tienen las de ganar por sobre consultores o profesionales independientes, quienes, muchos de ellos (yo conozco algunos) a manera de caballeros andantes trabajan por amor a la profesión antes que únicamente estabilidad económica. 

   Lamentablemente sé que estos arquitectos, estos buenos arquitectos, quienes aman su trabajo jamás se unirán para combatir a las gigantes máquinas burocráticas y siempre serán pequeños quijotes contra molinos institucionales. Y es que como buenos quijotes ecuatorianos jamás harán concesiones con nadie y menos con otro colega, quien por el sólo hecho de ser colega será considerado rival. Estos buenos arquitectos ecuatorianos siempre tienen la razón y criticarán hasta la desaprobación a cualquiera que piense diferente sin intentar siquiera por un momento ponerse en sus zapatos. Estos buenos arquitectos ecuatorianos llevan consigo la armadura y emblema de la moral y ética profesional, y pelearán en nombre de la verdad (de su verdad) como caballeros medievales en nombre de la iglesia. Es por eso que nunca se unirán.

   Yo también soy otro arquitecto ecuatoriano, y por eso me quejo del municipio, del colegio de arquitectos y del colega rival sin ponerme en sus sacrificados zapatos, o sin entender la noble ambición de un burócrata con necesidades intangibles. Y me quejo porque me contaron que se viene la bienal y me encontraré con otros colegas para intercambiar a capa y espada inútiles verdades como buenos quijotes que somos, mientras soñamos con un mundo justo y verdadero en el que la profesión vuelva a tener su noble posición social y todo caballero andante se encuentre con su Dulcinea.

3 comentarios:

  1. No eres el único .....Excelente Klever !!

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  2. Cuan Sancho...siendo de todo...en ética profesional.

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  3. Me gusta todavia la idea de escuchar cosas que te dejen pensando y cuestionándote. Todos los dias hay chance. Todavia creo en Papa Noel, aunque tambien ya aprendi que los concursos son amarrados, que es inutil inducir tus ideas a la gente y mas todavia intentar ponerse de acuerdo.
    No obstante, ahi nos vemos en las gradas del Rumiñahui profeshor.

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